domingo, 4 de octubre de 2009

Locuras o no Lo curas a la Mexicana. Locustoria II

Las preguntas se pueden ofrecer o dilucidar en el instante del momento oportuno. Pero, siempre y cuando, se haya elaborado toda una serie de elucubraciones que, en apariencia, no llevan a un punto en específico, pero que dan cuenta de la elaboración de una nueva dirección o el advenimiento del punto que, en ese preciso momento, aparece. Hay toda una gran larga cadena de discursos relacionados con la locura y el tratar de hacer un análisis, por lo menos decente, o una revisión exhaustiva de la forma y el abordaje, ya no de la locura en sus diferentes -y siempre misteriosas- manifestaciones nosológicas, sino de la duda que se desprende en el simple hecho de la existencia, miserable, pero no menos humana, del loco. Pero, ¿Cuál es esta duda?, ya sea inherente a los procesos orgánicos, fisiológicos y/o neurológicos acerca de una localización, señalamiento, insuficiencia orgánica o mal funcionamiento de la recepción o transmisión de neurotransmisores inherentes a procesos de vigilia, la duda pone a los expertos a elucubrar y operar sobre el cuerpo del loco, en una relación de médico a loco sin reciprocidad. Pero esta no es una elucubración nueva se nos podrá refutar y ese es uno de los principales puntos de discusión que trataremos de dilucidar en este espacio en blanco que tenemos por delante, blanco como la bata del médico o el uniforme de la enfermera, blanco como los pasillos del hospital y los accesorios de baño integrados al equipo de utensilios y herramientas usados en el hospital. Utensilio que da cuenta de la construcción y operación de un saber que penetra en las manifestaciones de lo Real, en toda su crudeza e inhaprensibilidad, en toda carne operada por el verbo del acero de la construcción de conocimiento médico, y por lo tanto abriéndose paso sobre las murallas que implica el desconocimiento del ser humano sobre su cuerpo.
Una primera tentación que nos guiará en este trabajo es ¿Existe una historia de la locura en México? La pregunta en si, pareciera una tontería viendo y comprendiendo el titulo del trabajo. ¿Por qué cabría una pregunta como esta? Para dar cuenta de un inicio es estrictamente necesario poder ir armando un andamiaje como base para poder discernir la dirección de nuestro trabajo y esta pregunta es crucial para la forma- y lo más importante sin duda- la dirección del análisis y planteamiento mismo de la problemática. En el caso de que fuera negativa la respuesta ¿Cuál seria la fundamentación de esta negativa? Esta fundamentación estaría apoyada por el hecho del planteamiento de una nueva pregunta al respecto, la cual es: ¿La historia de la locura en México es una línea solitaria en el curso del proceso de la construcción de un saber, por supuesto médico, o esta al ritmo y en armonía con lo que sucedía en otros puntos del mundo en el momento histórico que se aborde, cualquiera que sea este? Otra pregunta no deja de aparecer llegados a este punto, la cual consiste en lo siguiente; Si existen concordancias entre los diferentes saberes acerca de la locura en diferentes puntos donde se desarrollaba este saber, ¿En función de que elementos se puede hablar de concordancias y a que efecto se deben, ya sea se hable del aspecto político, económico, religioso predominante en diferentes momentos de la historia de una nación y a su vez de sus habitantes y como estos elementos, siempre múltiples, siempre complicados llegaban hasta los últimos escalones (o talvez los primeros) de una escalera social desigual, marcadamente desigual?
La historia de México, turbulenta, desigual, escarpada, cubierta por paradigmas ideológicos, moralizantes e incluso nacionalistas ha estado repleta por desarrollos que van desde lo critico hasta la enajenación ideológica pero siempre construida desde aquello que raya en la visceralidad de los sujetos que se han encargado de dar cuenta de un análisis de la misma, la apuesta de hacer la afirmación tremenda que acabamos de hacer no es sin duda, un intento de salir airadamente asépticos y libres de todo tipo movimiento sentimental con respecto a un trozo, solo un trozo, siempre mínimo, con respecto a los diferentes aspectos inmiscuidos en la historia de toda una nación.
Aspecto mínimo, pero aquí cabría una pregunta sin una respuesta inmediata ¿la Locura, espacio mínimo, tiene cabida en la construcción del saber médico desarrollado a través de la historia de un país, que siendo una colonia, tiene una historia recientemente desarrollada?
¿La historia de esta nación comienza desde los doscientos años que se han ido promulgando como el comienzo de una nación como si el pasado no existiese a partir del 16 de Septiembre de 1810 y no hubiera un antecedente, Indígena o Europeo en una relación dual y por lo tanto, problemática?
Eso es del ámbito del que ya no nos concierne hacer un estudio si no solo un ejercicio de opinión, pero la locura, y su historia no comienzan ni terminan ahí, sino que, en un silencio ya sea obscurecido por el borramiento de los testimonios elaborados desde la época prehispánica o la falta de interés por conservar los testimonios posteriores por discernir del desarrollo del conocimiento médico o, inclusive la determinación antiteológica de la reforma han sumido en el silencio estos saberes, casi de la misma manera en que también han sido silenciadas los remanentes de culturas prehispánicas.
Si la marginación es motivo fundamental para desaparecer, entonces la locura, probablemente esta condenada al olvido. Sin embargo insiste en su falla primordial y constantemente reaparece para dar cuenta de un recordatorio sublime y a la vez brutal, que es la esencia trágica del ser humano sumido en un mundo de palabras impuestas y discursos que lo alejan de sus deseo, o más bien, necesidades fundamentales y lo arrojan a la deriva de la constitución del sentido, un sentido cada vez mas alejado de lo que lo forjo como ser hablante, o sea, lo viviente.

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