El hombre moderno vuelve a la noche a su casa extenuado por
un fárrago de acontecimientos –divertidos o tediosos, insólitos o comunes,
atroces o placenteros– sin que ninguno de ellos se haya convertido en
experiencia.” Giorgio Agamben.
Lo que la experiencia despliega en el ejercicio del acompañamiento
es parte de un ejercicio que se comienza a desplegar a partir de los
dispositivos analíticos clásicos. Si bien, en este ejercicio se ha hecho de la
situación del acompañamiento terapéutico un acto subordinado al del trabajo
analítico en función del planteamiento inicial del mismo: La transferencia se
Realiza a partir del encuentro del analista y el analizante. La figura del
acompañante se he definido desde distintas posiciones, dependientes ya sea, de
la corriente analítica en donde se encuentre sumergido este ejercicio. La
figura del acompañante también puede variar en función de la corriente
psicológica, académica e inclusive política en donde se hace manifiesto y
eficaz el ejercicio del mismo.
En el campo de
la clínica –hemos observado inclusive-
un cierto desdén hacía el estatuto del acompañante por parte de
distintos profesionales pertenecientes al ramo, lo cual, sin ánimos de hacer
parecer y padecer este documento como una hoja plagada de invectivas o algún
estatuto más orientado hacía una declaración primigenia de estandarte
reivindicatorio del trabajo del acompañante, podemos establecer que el
acompañamiento es parte de una escena armada a partir de un dispositivo que
tiene, no solamente líneas de acción determinadas, sino que ofrece un espacio
de pluridimensionalidad.
Miradas en
juego en cierta colectividad no completamente compartida, malograda, imposible
de decir por completo, equivoca y fragmentada, sorda y un poco ciega, mentirosa
como la verdad misma.
Pero, si por un
lado- La Verdad, como tal, es inaprensible, ¿Podemos decir lo mismo de la
experiencia? ¿Podemos acotar a la experiencia en un rubro específico del
sujeto, en el que, a pesar de su carácter subjetivo, se vuelve la posibilidad
de una enunciación? ¿La experiencia nos remite únicamente al ámbito de lo
vivido? ¿Participa la fantasía como algo estructurante, edificador, consistente
y además crucial para el curso del dispositivo?
No hay comentarios:
Publicar un comentario